miércoles, 7 de diciembre de 2011

vida



"En mis tierras me estoy, y desde mis últimas desventuras no he permanecido, juntándolos todos, ni veinte días en Florencia… Me levanto con el sol y me voy al bosque mío que están talando, donde paso dos horas, inspeccionando los trabajos del día anterior y conversando con los leñadores, que siempre tienen algún pleito entre ellos o con sus vecinos…
Y dejando el bosque, me dirijo a una fuente, y de allí al sitio donde dispongo mis trampas para cazar pájaros, con un libro bajo el brazo: Dante, Petrarca, o uno de los poetas menores, como Tibulo u Ovidio. Leo de sus amores y pasiones que, al recordarme las mías, me entretienen sabrosamente en este pensamiento. Tomo luego el camino de la hostería, donde hablo con los pasajeros y les pido noticias de sus lugares, con lo que oigo diversas cosas y noto los varios gustos y humores de los hombres. Llega en esto la hora del yantar, en el que consumo con mi familia los alimentos que puede dar esta pobre tierra y mi menguado patrimonio. Después de haber comido, vuelvo a la hostería, donde con el posadero están, por lo común, un carnicero, un molinero y dos panaderos. Con ellos me encanallo jugando a los naipes o a las damas, de lo que nacen mil disputas e infinitas ofensas y palabras injuriosas, y lo más a menudo se combate por un centavo, y hay veces que desde San Casciano se nos oye gritar. Y en esta piojería he de zambullirme para que no acabe de enmohecérseme el cerebro, y para desahogar esta malignidad de mi suerte…
Al caer la noche, vuelvo a casa y entro en mi estudio, en cuyo umbral me despojo de aquel traje de la jornada, lleno de lodo y lamparones , para vestirme ropas de corte real y pontificia; y así ataviado honorablemente, entro en las cortes antiguas de los hombres de la antigüedad. Recibido de ellos amorosamente, me nutro de aquel alimento que es privativamente mío, y para el cual nací. En esta compañía, no me avergüenzo de hablar con ellos, interrogándolos sobre los móviles de sus acciones, y ellos, con toda humanidad, me responden. Y por cuatro horas no siento el menor hastío; olvido todos mis cuidados, no temo la pobreza ni me espanta la muerte: a tal punto me siento transportado a ellos todo yo – tutto mi trasferisco in loro -. Y guiándome por lo que dice Dante, sobre que no puede haber ciencia si no retenemos lo que aprendemos, he puesto por escrito lo que su conversación he apreciado como lo más esencial, y compuesto un opúsculo De Principatibus, en el que profundizo hasta donde puedo los problemas de este tema: qué es la soberania, cuántas especies hay, y cómo se adquiere, se conserva y se pierde”.

Nicolás Maquiavelo a Francesco Vettori
Diciembre 1513

domingo, 2 de octubre de 2011

mariposeo y digitación



I

Es increible la capacidad de distracción de un hombre a quien su trabajo aburre, intimida o estorba: cuando estoy en el campo y trabajo (¿en qué? me releo, ¡desafortunadamente!) las distracciones que me suscito cada cinco minutos son las siguientes: vaporizar una mosca, cortarme las uñas, comerme una ciruela, ir a mear, comprobar si el agua del grifo sigue saliendo lodosa (hubo un corte en el agua hoy), ir a la farmacia, bajar al jardín a ver cuantos duraznos maduros hay en el árbol, hojear el periódico, armarme un artefacto para sostener mis papeles, etc.: el rastreo.

(El rastreo tiene algo de esa pasión que Fourier llamaba la Variante, la Alternancia, el Mariposeo)



II

En el piano, la "digitación" designa (...) sólo una manera de numerar los dedos que deben tocar tal o cual nota; la digitación establece en forma reflexiva lo que habrá de convertirse en automatismo: es, en suma, el programa de una máquina, una inscripción animal. Ahora bien, si yo toco mal -además de la carencia de velocidad, que es un puro problema muscular- es porque no retengo nunca la digitación escrita: improviso en cada interpretación, más o menos bien, el lugar de los dedos, y por ello no puedo tocar nunca nada sin equivocarme. La razón es evidentemente que quiero un goce sonoro inmediato y rehuyo el fastidio del entrenamiento, pues el entrenamiento impide el goce -aunque en aras, es verdad, según dicen, de un goce ulterior mayor: se le dice al pianista (como los dioses a Orfeo): no se vuelva prematuramente hacia los efectos de su interpretación. La pieza, en la perfección sonora que imaginamos sin alcanzar nunca realmente, actúa entonces como un fantasma: me someto alegremente a la orden del fantasma: "¡Inmediatamente!", aún a costa de una perdida considerable de realidad.


Roland Barthes (1915-1980),  Roland Barthes por Roland Barthes, Ed. Kairos, 1978

lunes, 26 de septiembre de 2011

the lied of the week (IV)


parte 1

 

parte 2


parte 3


partes 4 y 5


Los textos pueden encontrarse aquí, en la traducción de Antonio Martinez Sarrión. Y aquí, en el original francés.

sábado, 24 de septiembre de 2011

digresión verborrea buxtehude



Hoy, mientras cenaba con la familia, mi pensamiento estético se ha disparado.
La secuencia ha sido más o menos así: Los Simpson en la tele y alrededor de la mesa un debate sobre la influencia del modelo americano en la educación.
En seguida me ha venido la idea del modelo dominante más en relación con el canal de transmisión que con el contenido. Creo que los Simpson tienen un capítulo sobre el tema. De hecho, ellos son el ejemplo, como tantas otras series de animación americana, de que lo que pretende criticar al sistema, emitido por las vías de dominación, léase la fox, se convierte enseguida en dominante, en moda ello mismo. La crítica se ahueca por ahí. Se envilece y se desgasta.
De ahí, de ese bucle, no ha sido dificil deslizarme hacia Mcluhan, el medio es el mensaje, claro. Y en seguida al problema de la comunicación posmoderna, parecida a la mística, que pretende abarcar en un lenguaje condensado los sentidos del sentido.  Es decir, se formula de forma que quede en lo posible libre del contexto, abarcando ella misma todos los contextos. Su ambigüedad, como los adagios antiguos o las lecciones orientales es su fuerza. Me temo que en occidente, y en el periodo justo anterior a nosotros, esto era una forma de superar lo que se abrazaba, es decir la contextualización /descontextualización como práctica artística y filosófica, es decir estética.
Hubiera sido más facil decir, con claridad, que el medio importa más que el mensaje. Así todos hubieramos podido comprender la máxima y yo hubiera podido introducirla en la conversación con mi familia, sin necesidad de extenderme en pedanterías ni adoraciones místicas al lenguaje.
Cuando me he incorporado a la realidad, ellos ya estaban en otra cosa, claro. Me he acordado de Unamuno cuando dijo que lo que no significa, ya significará. Estructuralismo puro, con permiso de Humboldt. En fin. No sé por qué he pensado en esto.

Ni en Buxtehude



Parte 1


 Parte 2




miércoles, 21 de septiembre de 2011

mazurka



A veces jugamos.


Imaginamos que la música que escuchamos suena en un salón en el que acabamos de entrar. No sé si venimos a caballo o estamos en París, o vestimos polainas. Vivimos todavía en un tiempo en el que la música no puede reproducirse. Sólo puede leerse o tocarse. Pero no podemos rebobinar, aún.
El caso es que oímos el piano comenzar y parece que ya estuviera sonando desde hace un rato, lleno de melancolía, pero tambien como para llenar el tiempo de un día cualquiera, con recuerdos de un baile, de un amor, de un momento alegre.
Podemos imaginar la música llenando las estancias de una casa de campo apacible. Y enseguida esa figura obsesiva, esos acordes atacados con fuerza a los que sigue una progresión lírica una y otra vez, hasta cuatro, simples repeticiones, como el que se deleita en un baile, o como quien tira una pared a martillazos. Sabemos lo que es un a estructura ternaria, la vemos aquí: sección A, sección B contrastante, vuelta a A, lo sabemos. Sabemos que tras la bravura toca volver al principio. Pero esta pieza, que es tan pequeña que es casi un juego, un atisbo, tiene un secreto: mágicamente, una sola frase, se presenta sin acompañamiento, de la nada, como un sujeto de una fuga, o como un simple boceto. Se presenta en mitad de la obra y nos reclama. Una línea precisa; sencilla pero misteriosa, que se repite moviéndose, buscando. Duda. Es tan breve el motivo que no nos da tiempo a reconocerlo la primera vez. Enseguida se transforma y se desliza por un cromatismo que no nos deja distinguir. Y entonces volvemos a esa melodía eterna del principio, a la paz.
Pero queremos volver a ese momento de la línea sola: hemos visto a Chopin componiendo! Esta ahí! Lo hemos visto aparecer dándole vueltas a la frase que originó la pieza, allí escondido entre una sección y otra.
La musica, que es tiempo, nos ha empujado fuera de ese momento con la consistencia de la corriente de un río, a lo apacible, al recuerdo del baile, al salón. A la sección A a la que sabíamos que íbamos a volver. La pieza se despide con una cadencia mínima. El intérprete se levanta, nos saluda y vamos ya a otra cosa, canturrendo:

-re re famire la si solremi fa lasol fa do re.... ta ta tiarara ta ti ra ro to tararira ro to re..... 

El sujeto desnudo no lo recordamos, pero lo llevamos dentro. Hemos asistido a algo.

martes, 20 de septiembre de 2011

voluptuosidad



24 de febrero de 1889

     "Querría, a los veintitrés años, a la edad en que se desencadena la pasión, domarla mediante un trabajo furioso y embriagador. Querría mientras los otros se entregan a los bailes, las fiestas y el fácil desenfreno, encontrar una fiera voluptuosidad en vivir una vida monástica, solo, absolutamente solo, o rodeado de algunos cartujos blancos, de algunos ascetas, retirado en una agreste cartuja, en plena montaña, en un país sublime y severo.

     Querría habitar una celda desnuda, acostarme sobre una tabla con una almohada de crin, al lado de un reclinatorio de madera, simple, enorme, con una Biblia infolio siempre abierta sobre el soporte, encima de un velón de aceite siempre ardiendo, y con el insomnio encontrar éxtasis violentos, furiosamente encorvado sobre un versículo, en la noche envolvente, impresionante; no oiría ningún ruido, sino los grandes clamores de la montaña, las voces lúgubres de los glaciares, o los cánticos de medianoche cantados en una sola nota por los cartujos que velan.
 
Querría vivir diez horas en una hora y perder la noción del tiempo -a mi lado un cántaro lleno, pan y un arenque-, comer cuando tuviera hambre, dormir a cualquier hora, cuando hubiera acabado mi tarea.

     Querría llevar el capuchón blanco y las sandalias, el gran manto blanco negro de franela, y el ceñidor de seda negra; en mi celda una inmensa mesa de roble y encima, libros abiertos. Un gran atril para trabajar de pie, encima de mi cabeza una hilera de libros, toda mi biblioteca. Leería la Biblia, Platón Spinoza, Kant, Dante, Rabelais, los estoicos; me perdería en las abstracciones sobrehumanas, me elevaría por encima de las heladas cumbres de la metafísica: aprendería griego, italiano. Me entregaría a desenfrenos de ciencia de los que saldría estupefacto y roto como Jacob de su lucha con Dios, pero igual que él saldría vencedor.


     Y cuando la carne exasperada se rebelara contra ese tormento en un ardiente sobresalto de deseo, entonces, la disciplina azotaría el cuerpo cómo un látigo y lo derribaría de dolor; o en la montaña correría como un gigante entre las arduas rocas hasta cerca de la nieve, hasta que la carne jadeante, agotada, vencida, gritase pidiendo clemencia, o quizá sobre la nieve profunda revolcarse como una fiera furiosa y encontrar en ese contacto helado no se qué escalofrío extraordinario".


Andre Gide (1869-1951), Journal


viernes, 16 de septiembre de 2011

i got you babe



Esta noche he soñado un Concierto de Mozart. No entero, sólo la exposición del primer movimiento. Era brillante, operístico, magnífico. Luego me he despertado y me he dado cuenta que era un obra que no existía, que la había compuesto yo. Pero no me acordaba.  No soy Mozart. Decía Valèry que el primer verso nos lo otorgan los dioses, luego nosotros hemos de trabajar. Esta mañana, los dioses me han regalado un verso magnífico que no sirve para nada. Y se han ido.Hermoso, pero kitsch. Entonces me he dado cuenta de que ya es Septiembre y que los días empiezan a repetirse.

Enseguida me he puesto a pensar, como siempre, en que no fumaría inmediatamente después del café. Luego del primer cigarro, mientras leia el periódico, he dedicado el tiempo a pensar en que no fumaría un segundo inmediatamente, cosa que por supuesto he hecho. Luego he pensado que no fumaría un tercero hasta después de comer.Y así.

Ha llegado el invierno. No desde luego el climatológico. Aún pican los mosquitos y se suda en las siestas, pero ya estamos atrapados otra vez en un nuevo día de la marmota. Hasta que no aprendamos a tocar el piano no podremos marcharnos. Ya tengo necesidad de exclamar, como Bill Muray:

-¿Y si no hay mañana? !Hoy no lo ha habido!




jueves, 15 de septiembre de 2011

dionisio cañas



UN CORAZÓN ABSTRACTO ME AMENAZA

(PASEANDO CON CIORÁN)


Entonces,
cuando en la sangre llevaba más alcohol y más España,
me emborrachaba de oscuridad
y hacía de la noche el sol negro de todas mis mañanas.

Ahora
el vinagre de la sangre me hace ser prudente
y los frutos de fúnebres cosechas
se venden a mi alrededor sin que yo levante un dedo.

Mejor llorar sobre las ruinas de los besos
que estar hundido en mi propio corazón.


En Corazón de perro, Ed. Ave del Paraíso, Madrid, 2002