Yo hoy me pregunto, mientras repaso sus palabras, y es en serio mi pregunta, si no nos habremos dejado robar también la delicadeza, como un valor necesario para la vida. Es cierto que, como escribió Rimbaud, se puede perder la vida por su exceso. Pero en este caso, éste atraco que viene desde las élites y nos ha arrumbado a ser todos un poco masa, nos está haciendo perderla por su falta. Y cada vez que quiere uno disfrutar de algo que requiere recogimiento y verdadera atención, como es el caso de la música clásica, se ve obligado a justificarse de no haberse convertido en élite, por no ser él mismo masa. Como si no hubiera espacio entre una cosa y la otra. El ser es existencia y no esencia, dijo Iván. No lo sé, pero nos han robado tambien la posibilidad de discutir estas cosas, de debates intelectuales (no por el mero hecho de la exhibición dialéctica), que nos ayuden a formar un relato de nuestra experiencia de vivir. Siempre hay que justificarse frente a los ataques de quienes consideran esto una pedantería. Siempre hay que reivindicar, repito, que no se ha convertido uno en un élite. Es cierto que Iván y yo pudimos mantener una conversación que alguien podría calificar de elevada y pedante, pero fue sólo una conversación entre amigos, que a mí, y creo que a él también, al menos, me sirvió.
Pero hoy no quiero hablar de eso, sólo reivindicar la admiración por esta mujer que os presento ahora, Annie Fischer, una pianista que al verla y escucharla, me hace pensar en lo que hoy en día nos falta en lo cotidiano. Nos ha sido hurtado, como la educación y las formas, y aún no hemos reparado en la cantidad de la pérdida. Saludos a todos y que lo disfrutéis. Salud.
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