sábado, 4 de agosto de 2012

Lo que nos hemos dejado robar: la delicadeza de Annie Fischer




No hace muchos días, sentados en la terraza, mientras se ponía el sol y bebíamos bebidas isotónicas porque agosto castigaba y no había otra cosa fría en la nevera de casa, Iván me recordó la cantidad de cosas que la izquierda se ha dejado robar por la derecha. En una conversación breve pero concentrada, que naturalmente había comenzado a cuenta de la actual situación de crisis y de recortes, Iván me recordaba cómo nos han robado la idea de patria, de democracia y de otro montón de valores necesarios para fundamentar una idea pragmática de la política. Iván me recordaba a Lenin y su desbordamiento ante la realidad, teniendo que dejar lo teórico siempre para después. Iván lo explicó todo mejor de lo que hoy puedo recordarlo. Pero, aunque estoy de acuerdo con todo lo que propuso, y desde luego el saqueo en lo económico de estos apandadores que tenemos por dirigentes es abrumador, esta mañana aquella conversación aún me ronda y creo que el robo viene, para muchos de nosotros, no sólo desde lo político y lo financiero, y no ha empezado con la prima de riesgo, sino mucho antes. El robo viene desde la masa y desde las élites (que curiosamente siempre se han llevado más o menos bien, o al menos coincidido en muchos valores), y no tanto, que también, desde la derecha para con la izquierda.

Yo hoy me pregunto, mientras repaso sus palabras, y es en serio mi pregunta, si no nos habremos dejado robar también la delicadeza, como un valor necesario para la vida. Es cierto que, como escribió Rimbaud, se puede perder la vida por su exceso. Pero en este caso, éste atraco que viene desde las élites y nos ha arrumbado a ser todos un poco masa, nos está haciendo perderla por su falta. Y cada vez que quiere uno disfrutar  de algo que requiere recogimiento y verdadera atención, como es el caso de la música clásica, se ve obligado a justificarse de no haberse convertido en élite, por no ser él mismo masa.  Como si no hubiera espacio entre una cosa y la otra. El ser es existencia y no esencia, dijo Iván. No lo sé, pero nos han robado tambien la posibilidad de discutir estas cosas, de debates intelectuales (no por el mero hecho de la exhibición dialéctica), que nos ayuden a formar un relato de nuestra experiencia de vivir. Siempre hay que justificarse frente a los ataques de quienes consideran esto una pedantería. Siempre hay que reivindicar, repito, que no se ha convertido uno en un élite. Es cierto que Iván y yo pudimos mantener una conversación que alguien podría calificar de elevada y pedante, pero fue sólo una conversación entre amigos, que a mí, y creo que a él también, al menos, me sirvió.

Pero hoy no quiero hablar de eso, sólo reivindicar la admiración por esta mujer que os presento ahora, Annie Fischer, una pianista que al verla y escucharla, me hace pensar en lo que hoy en día nos falta en lo cotidiano. Nos ha sido hurtado, como la educación y las formas, y aún no hemos reparado en la cantidad de la pérdida. Saludos a todos y que lo disfrutéis. Salud.






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